Comentario
Capítulo Noveno
Del sexto signo, llamado ce miquiztli, y de su próspera fortuna. Dezían que este signo era de Tezcatlipuca, por cuya reverencia hazían en particular muchas ofrendas y sacrificos. Y hazían fiesta y regalos a los esclavos, cada uno a los suyos, en sus casas
El sexto signo se llamava ce miquiztli. Dezían que éste era bueno y en parte malo, esto es, que algunas casas tenía buenas y otras malas, como parecerá abaxo; dezían que este signo era de Tezcatlipuca.
Los señores y principales eran muy devotos de este signo; hazían ofrendas por su honra y derramavan sangre de codornizes, y hazían otras cerimonias cada uno en el oratorio de su casa y en los oratorios de los calpules; esto hazían por ser este signo de Tezcatlipuca, al cual tenían por criador universal.
Todos en este día oravan con devoción y pedían serles hecha alguna misericordia, no solamente los señores, mas los hombres de guerra, y los mercaderes, y hombres ricos, y todos los que sabían que entonces reinava el signo de Tezcatlipuca. Y dezían que era malo porque aquellos a quien Tezcatlipuca havía dado riquezas, también entonces se las quitava por algún desagradecimiento o soberbia que por ellas havía tomado y dávalas a los que le rogavan humildemente, y suspiravan y lloravan por ellas. Y por esso en todo lugar le rogavan, porque dezían que sus dones no permanecían, sino que los mudava de uno en otro.
Y dezían que los que nacían en este signo eran bien afortunados. Eran honrados si eran devotos a su signo y si hazían penitencia por él, y si esto no hazían, perdían su ventura. Y por esto el mismo día que nacían le baptizavan y le ponían nombre, y combidavan a los niños y les davan de comer para que supiessen el nombre del que havía nacido, y le divulgassen a bozes por las calles. Y si era varón el que nacía, poníanle por nombre Miquiz, o Yáutl, o Ceyáutl, o Nécoc Yáutl, o Chicoyáutl, o Yaumáuitl. Dávanle uno de estos nombres ya dichos, que eran todos de Tezcatlipuca, y dezían que al tal nadie le podía aborrecer, nadie le podía dessear la muerte. Y si alguno le desseava la muerte, él mismo moría reinante este signo.
Nadie osava reñir ni maltratar a sus esclavos. Todos los que tenían esclavos, un día, antes que començasse a reinar este signo, les quitavan las prisiones o colleras con que estavan presos, y los xabonavan las cabeças, y los bañavan y regalavan como si fueran hijos muy amados de Titlacaoan. Y los dueños de los esclavos mandavan con gran rigor a todos los de su casa que no riñiessen ni diessen pena a ningún esclavo, y dezían que si alguno reñía a los esclavos en estos días, que él mismo se procurava pobreza y enfermedad y desventura, y merecía ser esclavo, pues que tratava mal al muy amado hijo de Tezcatlipuca. Porque dezían que de nadie era amigo fiel Tezcatlipuca, sino que buscava ocasiones para quitarle lo que le havía dado. Y algunos, cuando perdían su hazienda, con desesperación reñían a Tezcatlipuca y dezíanle: "Tú, Tezcatlipuca, eres un puto; ya hasme burlado y engañado" Y de la misma manera hazían cuando se les ausentava un esclavo o captivo. Y si acontecía que el esclavo se libertava y venía a prosperidad, y el que era señor de esclavos venía a ser esclavo, todo lo echavan a Tezcatlipuca, porque dezían que él que havía hecho misericordia al esclavo, porque se lo havía rogado y havía castigado al que era señor porque era duro con sus esclavos. Y el que de la servidumbre venía a prosperidad hazía banquetes y dava mantas a sus combidados, y dezían que esto le venía por haver nacido en este signo.